sábado, 1 de enero de 2011

Capítulo 015: Cambiar de aire

-Y así nomás lo decís – dijo la rubia pelilarga

-Dale contá- y la flaquita, quería saber todo

Cuenta Eugenia:

Quién soy de dónde vengo, dónde voy a ir
a partir de ahora, ya no tengo un corazón para seguir
y al intentar respirar, no hay en el aire libertad

Cuando viaje a España, fue para alejarme de algo que acá no me hacia bien. Tuve la posibilidad, y ni lo dudé. Tengo familiares halla, la hermana de mi mamá que vive hace cinco años, tal vez un poco más. Asique emprendí un nuevo camino. Me dolió dejar a mis amigos, mi lugar, pero soy así; cuando algo no me hace sentir cómoda, prefiero alejarme, para pensar, para olvidar. ¿De qué me tengo que olvidar? De mis papás. Cuando, estaba cursando el primer año de la secundaria, a mi papá le ofrecieron un gran puesto en una empresa; él era arquitecto, y le hacía falta el ingreso de dinero; asique aceptó. Empezó con el laburo nuevo, y en poco más de un año, lo ascendieron. Hasta ahí todo bien, pero tenía que cumplir su contrato en el exterior. Cuando me entere, me acuerdo que no le hable, durante una semana, hasta que mi mama me convenció y lo hablamos. Yo no quería dejar mi país, mucho menos mi familia y mis amigos. Traté de convencerlo para quedarme pero no hubo caso. Hablé con mis abuelos, para ver si me podía quedar en su casa, lo que durara el trabajo, pero mis papas no me dejaron. Tenía que viajar, y dejar mi espacio.


Quién sos de dónde vienes, dónde vas a ir
si pasan las horas, y no encuentras nada para compartir
y al intentar respirar, no hay en tu vida libertad

El día del viaje llegó, y todos nos fueron a despedir al aeropuerto. Abuelos, amigos, tíos primos, todos, coparon el gran playón. Lo que lloré ese día, no tiene nombre, abrazaba a mis amigas, y no las podía soltar. Hasta que…

-Hija, no puedo verte sufrir así, por mí culpa- mi papá me tomaba del hombro. No podía responderle, las lagrimas no me dejaban- Te juro, que si nos pudiéramos quedar, nos quedaríamos, me parte el alma verte así – y secaba mis ojos hinchados de tanto llorar – Solo quiero lo mejor para vos, y si lo mejor para vos es quedarte, bueno tendré que resignarme – me dijo. Y ahora las lágrimas eran de felicidad. Lo abrazaba fuertemente –

-Gracias, Gracias, de verdad – y las palabras no me salían, solo podía abrazarlo - Sos el mejor, Pa – Y ahora llorábamos los dos – Mi mama se sumó al abrazo, ella no tenia problema en que me quedara, sabía que iba a sufrir mucho estando allá, me comprendió desde el primer instante. – Gracias a los dos – Y una voz por el altoparlante, que anunciaba, que el vuelo salía en cinco minutos –

-Bueno, supongo que los abuelos no van a tener problema en tener visitas – Y ya estaba prendida a la falda de mi nona

- Por supuesto que no– respondió ella, y se le notaban como le brillaban los ojitos

-Bueno, pero vas a tener que responderme todos los llamados, tengo que saber donde esta mi nena – me dijo mi viejo

-Sí, Pa. Gracias – y no podía decirle otra cosa

-Bueno creo que llego el momento- dijo mi mama. Ya que tenían que subir. Una vez más nos unimos en un cálido abrazo, los tres. – Te amo, hija – y beso frente

-Yo también, los amo mucho- Y las lagrimas brotaban otra vez –

-Portate bien – siempre con esas salidas mi viejo

-Obvio pa. ¡Los amo! – Grite en medio del hall, cuando se perdían en esa especie de túnel

Te pido que me acompañes, a cambiar de aire
a ver el cielo y el mar, te pido que no te entregues
cortemos las redes, que no nos dejan volar
si te quedaras conmigo, tendrás un camino
con luz al final

Esa fue la última vez que los vi. ¿Qué pasó? Después de dos horas y media de vuelo, el avión sufrió un desperfecto. Todavía no se sabe bien, lo que pasó, pero el piloto no pudo sostener la nave, y cayeron en medio del océano. El avión, explotó, por una falla eléctrica, generada con el agua. Según, me informaron de la línea aérea, solo hubo diez sobrevivientes, pero ninguno de ellos, fueron mis papas.

Me tomó tan de sorpresa, no estaba preparada para soportar tanto dolor, tanta angustia. No quise quedarme para seguir sufriendo, no podía. Todo me recordaba a ellos, todos los momentos vividos, se fueron en ese vuelo, y aterrizaban en mi cabeza, todo el tiempo. No pude dormir, por noches enteras. Tenía la contención de mis abuelos, que me demostraban toda su firmeza, pero sé; que nadie es fuerte en esos momentos. No podía seguir, como si nada hubiera pasado, como si todo me resbalara, sentía que les estaba fallando. Era inevitable no pensar, que yo podría haber embarcado ese mismo vuelo. ¿Por qué a ellos, y no a mi? ¿Por qué la gente que mas amas, es la que más se aleja? ¿Por qué? Miles de preguntas sin repuesta invadieron mi mente. No podía seguir a así, no podía quedarme, tenía que encontrar un nuevo mundo. A las pocas semanas me estaba alejando, estaba emprendiendo un nuevo camino. Necesitaba cambiar de aire.

Si no venís conmigo, no podré seguir
ahora que estoy sola, y no encuentro una razón
para vivir, y al intentar respirar
no hay en el aire libertad

Así fue como, después de cinco meses, pude aliviar tan dolor. Cosas como estas no se olvidan nunca, pero con el tiempo se puede salir de tanto sufrimiento.

Una de las personas que más me contuvo, fue Nicolás. Con nacionalidad argentina, pero radicado en España, este chico rubio y de ojos verdes; fue quien me hizo ver las cosas de otra manera. Amigo y compañero de mi primo – ambos estudian Marketing- nos veíamos casi siempre, en las últimas semanas. Pegamos onda, y empezamos a salir; nada de compromisos, pero nos importamos. Se preguntarán porque no les conté nada a mis amigas, y les voy a decir. Sinceramente, no me gusta andar contando por teléfono mis amoríos, y como esto sucedió en el último tiempo, antes de venir para acá; me pareció que estaría bueno contárselo personalmente.

La vida no pone a prueba. Tal vez unas son más dificultosas que otras, pero pruebas al fin. Pruebas que tenés que enfrentar, que tenés que poner el pecho a las balas, sobrevivir. Porque los obstáculos, nos hacen más fuertes, sirven para alimentarnos, para crecer. Pero también, nos castigan. ¿Qué cuesta? Nadie dijo que no ¿Qué no duele? Nadie dijo que sí. ¿Qué nos lastima? Nadie dijo que sería fácil, pero no es imposible. No toda la vida es color de rosa. A veces es azul, otras gris, seguramente negro también. Podes esquivar una piedrita que se te cruza en el camino, una vez, dos y tres también, pero en la cuarta decís ¿Por qué a mí? ¿Qué hice yo para que todo esto me este pasando? ¿Habiendo tanta gente, solo a mí me pasa? Sí, a vos te pasa ¿Por qué? o mejor dicho ¿Para qué? Para aprender, porque 'de los errores se aprende' dicen. Y ahí está la clave. En dejar de repetir las cosas que hacemos mal, dejar de cometer los mismos errores una y otra vez.

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