lunes, 17 de enero de 2011

Capitulo 029: No todos son Romeo

Ya en mí pieza y calentitas, porque afuera estaba cayendo el rocío mañanero; con las chicas dispusimos de tomar unos matecitos.

-¿Cómo les fue con sus Romeos? – pregunté para ir entrando en clima de charla post-salida

-¡Bien!- respondieron las rubias al mismo tiempo, se ve que hay mucho de qué hablar

-Empiezo yo-dijo la flaqui, antes de que algunas de las rubias le robe el lugar- Mí Romeo – siguiéndome el juego – se llamaba Maxi, no sé si de Máximo o de Maximiliano, como sea es re lindo el nombre, y él obviamente. Cuestión que chamuyo va chamuyo viene

Flashback – Cande

-¿Bailas flaquita? – me preguntó cuando estábamos en la barra con Peter y Lali

-Si dale – contesté. Era un caño, y aparte tenía que hacerle la pata a mi amiga. Bailábamos al ritmo de el Potro Rodrigo

-¿Sos muy linda sabías? – dijo haciéndose el canchero

-Gracias – contesté – vos también

-¿Quedó muy mal si te digo que te estuve mirando toda la noche? –

- No ¿Por qué?

-Y no sé son un poco complicadas ustedes

-Para, para, para – le cortó el mambo la pelicorta - ¡Te trató de histérica!

-No gorda, dijo que éramos complicadas nada más – contestó – No todas somos como vos ¿viste? – Y Euge la fulminó con la mirada - ¡Chiste! ¿Me dejan seguir, ché?

-Sí un poco, sobre todo cuando algo nos gusta - palazo

-¿Estás estudiando?

-Si, vestuario y ¿vos?

-Abogacía

Hablamos mientras bailábamos, y la verdad que era medio pata dura, pero lograba sacarme una sonrisa.

-No quiero ser indecente pero, te comería la boca de un beso

-Zarpado – y le pegué suavemente en el brazo

-Pero ché, no seas tan mala; ¿si vamos a tomar un trago, serías menos complicada?

-Vamos, y después te digo – y le dediqué una sonrisa

Nos dirigimos a la barra del fondo, me crucé con las chicas, pero no sé si se dieron cuenta; estaban muy entretenidas con sus galancitos. Llegamos y pedimos dos Gancias.

-Bueno son quince mangos por vaso-dijo el barman

-Te pago uno de acá- dijo y sacó el dinero.

-¡Jodeme que te dejó garpando, el Gancia!- dijo Rochi, entre risas

-AHHH, no te rías guacha. – se defendió Cande, mientras tomaba un mate

-Que mal ahí, Maxi ¿eh? – dije en mi opinión

-¿Pero no le dijiste nada? – interrogó la otra rubia

-Si me dejaran terminar…- prosiguió la flaca

Saqué el dinero para pagar mí trago, y se lo di al chico de la barra. La verdad que era re simpático, pero muy poco caballero. Me invitó y me dejo pagando a mí, ¿Qué onda?

-Me mandó un mensaje una amiga – le inventé – que ya se están por ir. Asique…

-¿Qué tan rápido? –

-Sí, no sé qué pasó- seguí con la mentirita

-Bueno, por lo menos me das tu teléfono –preguntó

-Sí – agendé mí numero en su celular – Bueno nos vemos – y deje un beso en su mejilla, para después alejarme de la barra.

-Le cortaste el rostro, pobre pibe – le dije

-¿Y que querías que hiciera? No tengo un novio barman que me invité tragos – me tiró una indirecta

-Primero que no tengo novio – aclaré, mientras Rochi me entregaba el mate, que había terminado de tomar – Y segundo que yo intenté pagarle y el no quiso

-Para, para me perdí de algo. ¿Estaba Peter? – preguntó la pelicorta; y yo asentí

-¿Y cómo no dijiste nada?- interrogó Rochi

-Porque que ustedes estaban con sus galanes, y no daba andar gritando, en el medio del boliche: ‘Eh, ¡está Peter! ¡Esperen que le parto la boca y vuelvo!’ – exageré

-¡Le comiste la boca, morci!- y la flaqui con esas salidas

-No, escuálida, no. Es una forma de decir – proseguí – Aparte estoy enojada con él

-¿Qué pasó ahora? – interrogó Euge

-Hace dos semanas, que se borró. Ni un mensaje me mandó. – me salió un versito - Y de casualidad me vio en el boliche, y se acordó de que existo – dije indignada – Encima se hacia el Romeo, con esa sonrisita compradora que tiene, pero dejame hinchar. No todos, son como en los cuentitos esos que nos venden cuando somos chicas.

Y qué lindo sería comprar un cuento de hadas y que todo sea, como está en libro. Saber las cosas malas, y las buenas. Comprar la historia y saber que vas a tener un final feliz, porque no hay cuento sin final feliz. Qué lindo sería tener tu Romeo, y que te despierte en las noches con una serenata. Vivir ese amor prohibido, que dure lo que tenga que durar; pero que sea con amor, con pasión. Te podés comprar la zaga completa, de todos los cuentos de hadas, y nunca vas a entender, porque terminan en final feliz. Pasan por las mil y una, una maldad tras la otra; y siempre terminan con una sonrisa. Por ahora no tendré un Romeo, pero sé que algún día o voy a conseguir. Porque sí hay algo que aprendí de esos cuentos, es que hay que luchar.

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