Ya en mí pieza y calentitas, porque afuera estaba cayendo el rocío mañanero; con las chicas dispusimos de tomar unos matecitos.
-¿Cómo les fue con sus Romeos? – pregunté para ir entrando en clima de charla post-salida
-¡Bien!- respondieron las rubias al mismo tiempo, se ve que hay mucho de qué hablar
-Empiezo yo-dijo la flaqui, antes de que algunas de las rubias le robe el lugar- Mí Romeo – siguiéndome el juego – se llamaba Maxi, no sé si de Máximo o de Maximiliano, como sea es re lindo el nombre, y él obviamente. Cuestión que chamuyo va chamuyo viene
Flashback – Cande
-¿Bailas flaquita? – me preguntó cuando estábamos en la barra con Peter y Lali
-Si dale – contesté. Era un caño, y aparte tenía que hacerle la pata a mi amiga. Bailábamos al ritmo de el Potro Rodrigo
-¿Sos muy linda sabías? – dijo haciéndose el canchero
-Gracias – contesté – vos también
-¿Quedó muy mal si te digo que te estuve mirando toda la noche? –
- No ¿Por qué?
-Y no sé son un poco complicadas ustedes
-Para, para, para – le cortó el mambo la pelicorta - ¡Te trató de histérica!
-No gorda, dijo que éramos complicadas nada más – contestó – No todas somos como vos ¿viste? – Y Euge la fulminó con la mirada - ¡Chiste! ¿Me dejan seguir, ché?
-Sí un poco, sobre todo cuando algo nos gusta - palazo
-¿Estás estudiando?
-Si, vestuario y ¿vos?
-Abogacía
Hablamos mientras bailábamos, y la verdad que era medio pata dura, pero lograba sacarme una sonrisa.
-No quiero ser indecente pero, te comería la boca de un beso
-Zarpado – y le pegué suavemente en el brazo
-Pero ché, no seas tan mala; ¿si vamos a tomar un trago, serías menos complicada?
-Vamos, y después te digo – y le dediqué una sonrisa
Nos dirigimos a la barra del fondo, me crucé con las chicas, pero no sé si se dieron cuenta; estaban muy entretenidas con sus galancitos. Llegamos y pedimos dos Gancias.
-Bueno son quince mangos por vaso-dijo el barman
-Te pago uno de acá- dijo y sacó el dinero.
-¡Jodeme que te dejó garpando, el Gancia!- dijo Rochi, entre risas
-AHHH, no te rías guacha. – se defendió Cande, mientras tomaba un mate
-Que mal ahí, Maxi ¿eh? – dije en mi opinión
-¿Pero no le dijiste nada? – interrogó la otra rubia
-Si me dejaran terminar…- prosiguió la flaca
Saqué el dinero para pagar mí trago, y se lo di al chico de la barra. La verdad que era re simpático, pero muy poco caballero. Me invitó y me dejo pagando a mí, ¿Qué onda?
-Me mandó un mensaje una amiga – le inventé – que ya se están por ir. Asique…
-¿Qué tan rápido? –
-Sí, no sé qué pasó- seguí con la mentirita
-Bueno, por lo menos me das tu teléfono –preguntó
-Sí – agendé mí numero en su celular – Bueno nos vemos – y deje un beso en su mejilla, para después alejarme de la barra.
-Le cortaste el rostro, pobre pibe – le dije
-¿Y que querías que hiciera? No tengo un novio barman que me invité tragos – me tiró una indirecta
-Primero que no tengo novio – aclaré, mientras Rochi me entregaba el mate, que había terminado de tomar – Y segundo que yo intenté pagarle y el no quiso
-Para, para me perdí de algo. ¿Estaba Peter? – preguntó la pelicorta; y yo asentí
-¿Y cómo no dijiste nada?- interrogó Rochi
-Porque que ustedes estaban con sus galanes, y no daba andar gritando, en el medio del boliche: ‘Eh, ¡está Peter! ¡Esperen que le parto la boca y vuelvo!’ – exageré
-¡Le comiste la boca, morci!- y la flaqui con esas salidas
-No, escuálida, no. Es una forma de decir – proseguí – Aparte estoy enojada con él
-¿Qué pasó ahora? – interrogó Euge
-Hace dos semanas, que se borró. Ni un mensaje me mandó. – me salió un versito - Y de casualidad me vio en el boliche, y se acordó de que existo – dije indignada – Encima se hacia el Romeo, con esa sonrisita compradora que tiene, pero dejame hinchar. No todos, son como en los cuentitos esos que nos venden cuando somos chicas.
Y qué lindo sería comprar un cuento de hadas y que todo sea, como está en libro. Saber las cosas malas, y las buenas. Comprar la historia y saber que vas a tener un final feliz, porque no hay cuento sin final feliz. Qué lindo sería tener tu Romeo, y que te despierte en las noches con una serenata. Vivir ese amor prohibido, que dure lo que tenga que durar; pero que sea con amor, con pasión. Te podés comprar la zaga completa, de todos los cuentos de hadas, y nunca vas a entender, porque terminan en final feliz. Pasan por las mil y una, una maldad tras la otra; y siempre terminan con una sonrisa. Por ahora no tendré un Romeo, pero sé que algún día o voy a conseguir. Porque sí hay algo que aprendí de esos cuentos, es que hay que luchar.
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