viernes, 28 de enero de 2011

Capitulo 39: En el río

Estábamos en el río. Mejor dicho, en el muelle, que daba al río. Un lugar hermoso, con un sol que acompañaba y apenas un poco de viento – lógico en esa zona-.

-Es hermoso, Peter – atiné a decirle. Una vista maravillosa

-Sabía que te iba a gustar – dijo mientras me rodeaba con sus brazos abrazándome –

-Nunca había venido acá. O capaz que sí, pero de muy chica – no recordaba - ¿Venís seguido vos?

-Sí, aunque queda un poco lejos; pero me ayuda a pensar – dijo mientras empezábamos a caminar, respirando ese aire puro- Es un lugar para descansar, para relajarte

-Aparte esta bueno, porque hay silencio- y recorríamos lentamente a través de ese muelle de madera- Te desconectas de todo

Lo minutos pasaban, y nosotros seguíamos ahí. Semi-abrazados, con el río de testigo. Llegamos al final del muelle, donde la mirada se te perdía en el horizonte, y nada había, solo agua, y el cielo infinito. Entramos a un barcito que había ahí para tomar algo. Él pidió un submarino y yo un licuado de durazno. La paso tan bien con él. No sólo es lindo –que digo lindo ¡flor de caño!- sino que es súper simpático y un romántico, no se esos que te empalaga; pero si de los que te sorprenden. ¿Quién iba a decir que subiéndome a un micro, iba a terminar tomando un licuado con él y el rio de fondo?

La tarde la terminamos de pasar ahí, entre anécdotas y algún que otro beso. El atardecer se hacía presente, y ya que habíamos terminado, sumado a mi reclamo de ir a apreciarlo; pagamos y nos fuimos a disfrutar de ese cielo rosado casi en su totalidad. Caminamos unos metros y nos sentamos en un banquito, por supuesto frente al río.

-Asique eras media traga- me dijo tomándome el pelo. Estábamos hablando del colegio, que ya ambos habíamos terminado.

-Sí, pero tampoco tanto, ché- me defendí- Tenía mis días – nunca fui buena para las matemáticas-

Hubo un silencio. Ninguno sabía de qué hablar, no era porque no haya tema de conversación, sino porque ambos estábamos mirándonos intensamente a los ojos. Sin decir nada, pero diciéndonos todo.

-La… - el silencio se detuvo- La… Vos me gustas, y los sabés – me decía, mientras le dedicaba una sonrisa- la paso re bien con vos, pero… -

Ah no, lo que me falta a esta altura del partido ¿Con que me va a salir ahora? Seguro está casado tiene hijos, un perro, y un canario. ‘Pero para un poco, que exagerada que sos Mariana ¿eh? Bajá un cambio mujer, y escuchalo.

Muchas veces nos adelantamos a los hechos, no le damos tiempo a que el tiempo, fluya; queremos todo ya, ahora. No nos damos cuenta que tal vez nos falta ese golpe de horno, para que todo salga como esperamos cuesta dejar madurar las cosas, pero hay que hacerlo. No hay nada más feo que comer algo que no está maduro. Por quererlo ahora, después te queda el sabor amargo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario