sábado, 8 de enero de 2011

Capítulo 021: Suerte de principiante

Cuando uno tiene sueños, tiene vida. Tiene ganas de vivir para cumplirlos, tiene promesas que escribir, batallas que ganar. Pero, como digo siempre, en la vida no es todo color de rosa; eso está más claro, hay que luchar para conseguir ese pedacito de color en cada uno, saber que todo es posible; aunque haya que atravesar un largo camino, con piedras y cascotes.

-Ahora que estás más tranquila, ¿seguís con ganas de ir al cine?- me dijo mientras caminamos

-¿La verdad? – el asintió – No

-¿Qué tenés ganas de hacer?

-No sé… - sinceramente, no tenía ganas de hacer nada; esa visita me había caído muy mal

-A ver La, ponele un poquito de onda ¿viste? Todo bien, sé que la tengo que remar – palazo – Pero no la hagas tan difícil – y una sonrisa se dibujo en mi cara –

-De verdad, elegí vos – le dije

-¿Segura? - asentí – ok, ¿tenés ganas de caminar, o vamos en taxi, o en micro, o volando?

-Dale, caminemos – le sonreí

Nos dirigíamos al centro. No eran muchas cuadras, tampoco muy pocas. Pero con esta compañía ¿Qué importa? Después de varios minutos, llegamos.

-¿Acá? – pregunté

-Sí acá, me dijiste que podía elegir – dijo abriéndome la puerta –

Nos encontrábamos en un lugar donde se jugaba al bowling. Siempre pasábamos por la puerta, con las chicas, pero nunca habíamos entrado, asique nunca había jugado; pero siempre hay una primera vez ¿no? Hacia mi derecha estaban las pistas, en el fondo donde se piden los zapatos, al costado una especie de barra que funcionaba como bar, y por último a mi izquierda las mesas.

-¿Sabes jugar? – preguntó, mientras nos dirigimos a pedir los zapatos

-No, ni idea – contesté junto al mostrador. Estaba atenta mirando como jugaban, los que estaban en la pista

Pedimos los zapatos, nos cambiamos, y caminábamos a hacia un lugar libre.

-Empezá vos, le dije - no iba a pasar vergüenza desde entrada

Tomó una bola, camino cuatro pasos, y tiró. De los diez bolos, derribó siete; nada mal para empezar

-Te toca – me dijo, acompañado de una sonrisita compradora

-Claro, ¿te aprovechas porque no se jugar no? – Dije divertida -

Tomé una bola, y la miércoles que era pesada, como pude caminé cuatro pasos; y como era sabido, se fue por esa especie de canaleta.

-Por ser la primera vez bastante bien ¿eh? – me dijo gastándome

-Espera que le tome la mano, y vas a ver

-Sí, la mano, el brazo, el hombro – dijo enumerando con sus dedos

-¿Qué querés apostar? Mira que yo recuerde no te va muy bien con las apuestas – dije sin achicarme –

-No, no. Sé que te voy a ganar – dijo mientras tomaba la bola siguiente

-Y si tan bien jugas, si estas tan seguro, ¿Qué tenés que perder? –

-Sabes que tenés razón – dijo lancero – Dejame que piense y te digo - Luego de eso, caminó y tiro seis bolos

Por mí parte, tomé una bola; lo miré y me miró. Se levantó se dirigió hacia mí

-A ver que te ayudo, si no va a ser muy fácil ganar – dijo sobrador

Se puso detrás mío, tomo mi mano; la condujo hacia atrás para lanzar y de un envión la bola, salió disparada. Volví a sentir su perfume que me encandilaba, no presté atención a lo que me decía, estaba concentrada en disfrutar ese momento; que no había pensado que iba a suceder. Con su ayuda, tiré siete bolos.

-Suerte, se llama. Y aparte si no fue por mí ayuda… - dijo cuando me vio una sonrisa socarrona en mi rostro

-¿Seguro? – asintió, y se dirigió jugar.

Sinceramente, mucho de bolos no sé; pero la idea es tirar la mayor cantidad. Al mejor de diez juegos, con dos lanzamientos, o algo así. Me explicó, pero de perna que soy, no entendí mucho. A decir verdad, no le preste atención. Que quieren que les diga, lo que menos me importaba en ese momento era el juego. Las miradas, y las indirectas ya eran un clásico. Había una química en el aire, se podía percibir perfectamente.

Obviamente que gané yo. Se puede decir que tuve suerte de principiante, pero lo importante acá es que tenía que elegir la prenda.

-¿Quién era el que jugaba bien? – dije sobradora. Ya estábamos volviendo a casa, Era una tarde-noche, esplendida

-¿Te agrandandaste petiza?

-Che, no soy petiza. – Lo reté; me miro sonriendo – A mí mamá no le vendieron la altura, nada más – y una risita salió de su boca - ¿Qué habías apostado? – la verdad era que había quedado en la nada

-Nada

- Bueno, entonces ¿te parece la salida al cine?

-Sí, me parece

Después de charlar todo el camino, entre risas, miradas e indirectas; llegamos a mí casa. Se veían las luces encendidas, seguramente mi mama ya habría llegado.

-Bueno entonces… ¿me llamás?– dije, me refería a lo de la salida

-Sisi – mientras se enfrentaban nuestros cuerpos

Me tomé el atrevimiento de separar los pocos centímetros que nos separaban, para enlazar nuestros labios; como hacía un par de días atrás. Enrosqué mis manos en su cuello, mientras él tomaba mi cintura. Como me gustaban sus besos, sus labios, él me gustaba. Después de unos minutos, decidí que era hora de entrar.

-Bueno, nos vemos – dije tímida, mientras cortaba ese beso con pequeños picos

-Cuando quieras-

-Chau- y chocamos nuestras bocas por última vez. Y caminaba por el pequeño patio delantero.

Porque la vida, como todo, tiene su lado bueno y su lado malo; solo que, está en cada uno ver más allá de eso, más allá de lo que sucede; está en cada uno, vivir la vida .

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