viernes, 7 de enero de 2011

Capítulo 020: Malos recuerdos

Cuando amamos, amamos con el alma con el corazón; amamos de verdad. Cuando nos lastiman, nos lastiman con el alma, en el corazón; nos duele.

Tenía frio, asique bajé a hacerme un té. Estaba poniendo el saquito en taza, cuando tocan el timbre.

-Si ¿quién es?- pregunté

-Hola Lalita- reconocí su voz

-¿Qué haces acá?

-Vine a visitarte

-No quiero tus visitas – dije enojada

-Pero ché, no seas mala onda

-No quiero verte, dejame tranquila – fue una orden

-¿Ya te olvidaste de lo bien que la pasábamos juntos?

-Deja de decir estupideces, nunca pasó nada; ni va a pasar

-¿Estás segura?

-Sí, muy segura Gastón – y colgué

Inmediatamente las lágrimas brotaron de mis ojos. Todos esos momentos que, para mí, estaban muertos y enterrados, resurgieron en un instante. Se escuchaba como el agua el hervía, pero no me importaba. Me deslizaba por la pared hasta quedar sentada en el suelo, y con mi rostro húmedo a causa del llanto.

Este chico, o Gastón mejor dicho, fue hace un par de años el flaco por el que estaba completamente enamorada. No habíamos llegado a ser novios, formalmente, pero salimos varas veces, y nos gustábamos. Un año más grande que yo, concurría a un colegio muy cercano al mío. Nos conocíamos del barrio, y a veces venía a mi casa, porque se llevaba bien con mi hermano; no eran amigos pero siempre se juntaban en las salidas.

De un día para el otro, comenzó a tener ciertas actitudes que no me gustaron. Era cariñoso, y me comprendía, pero cambió. Se puso distante, y me atacaba todo el tiempo. Por eso, decidí que lo mejor era cortar por lo sano, y no verlo más. Él no se lo tomó muy bien, y empezó a seguirme a vigilarme. Me mandaba mensajes, me llamaba por teléfono, hasta me esperaba en la puerta de mi casa. Yo lo quería, pero me demostró que no podía estar con él. Sufrí tanto, tantas lágrimas derramadas, tanto enojo, tanto dolor. Imagínense, mi hermano; él había confiado, por decirlo de alguna manera, en Gastón, y ahora no me dejaba en paz. De ahí que, Victorio se volvió tan sobre protector, tan cuida.

Pero es eso lo que me hizo fuerte. El hecho de soportar tanta falta de respeto, tanta violencia verbal, me daba asco. Pero me dolía, porque de verdad lo quise, y descubrir que tenía otra cara, fue peor de lo que nunca me hubiera imaginado.

El portero volvió a sonar, y con toda la bronca atendí

-¡¿Qué querés ahora?! – dije entrecortada, ya que las lagrimas no cesaron

-Verte La – pero no era las voz de Gastón, sino la de Peter. Colgué el portero, y fui corriendo a abrir la puerta. Abrí la reja y me tire en sus brazos. Y ahora sí, no podía parar de llorar. Él me correspondió el abrazo. Habrá pensado ‘Y a esta loca que le pasa’, pero no me importaba nada, necesitaba un abrazo. Trató de calmarme, al mismo tiempo que entrabamos a mi casa.

-Tranquilizante ¿sí? – Y sostenía mi rostro entre sus manos – Vine, para darte una sorpresa, pero me parece que llegué en mal momento

-No es tú culpa –él secaba mis lagrimas – Es que…

-Shhh – me interrumpió – después si querés me contás – y nos sentábamos en los sillones del living - ¿Te traigo agua querés? – Asentí con la cabeza - ¿Dónde…?

-Ahí -señale la cocina. Unos instantes después llegaba con un vaso en su mano – Gracias - dije, después de beber

-¿Estas mejor? – me preguntó preocupado. Volví a asentir, al mismo tiempo que sentía sus brazos, rodear mi cintura, abrazándome. Nos quedamos así por unos minutos, el silencio reinaba en la casa.

-Gracias – le reiteré

-Está bien La. ¿Segura que estás mejor?

-Sisi, ya esta- y secaba mis ojos

-¿Querés contarme que pasó? Si no todo bien…

-No, no. Hace un rato tocaron el timbre y era un chico con el que salí hace mucho – me escuchaba atento – Y la verdad, las cosas no terminaron muy bien

-Pero ¿te tocó, te hizo algo? – interrumpió

-No, ni siquiera le abrí la puerta- respiró aliviado – Pero es un chico, que me trataba mal, no me respetaba. Al principio sí, pero después cambió. La cosa es que había desaparecido, pero ahora volvió – y las lágrimas me interrumpieron.

-Bueno, bueno ya está, ya pasó. No está más. – dijo

-Pero si vuelve…

-Si vuelve nada. No se va a hacer vivo; porque voy a estar yo acá –más tierno, Robin Hood le decían pensé; lo que hizo que se dibujara una sonrisa en mi rostro. – Esa es la Mariana que quiero ver, asique ningún loquito nos va a arruinar la salida. Vas te cambias – dijo mientras me tomaba de las manos para que me levantara del sillón – y nos vamos a despejarte un rato ¿sí? – no me quedo otra que aceptar, ¿Quién se puede negar a esa sonrisa? Nadie.

Asique subí las escaleras, me cambie; pase por el baño a lavarme la cara, y bajé. Cerré bien todo, y le dejé una notita a mí mamá ‘Ma salí con Cande. Besos’. Era obvio que se iba a dar cuenta, ya que nunca le aviso cuando voy a lo de Cande, de ultima me mandaría un mensaje. Y así como en un día que había empezado al ritmo del merengue, seguido por una desilusión, y luego por tristeza y llanto; era ahora una salida con el chico del lunar. Borrón y cuenta nueva, no voy a dejar que ningún mal recuerdo invada mi mente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario