viernes, 31 de diciembre de 2010

Capitulo 014: Solo chicas II

¿Cómo explicar esas sensaciones? Crueles y alegres al mismo tiempo. Llenas y vacías, de amor. ¿Cómo? Jugándotela por lo que sentís. No te tiene que dar vergüenza, que te amen es algo hermoso, para el que ama y para el que es amado. No te tiene que dar vergüenza, despues te preguntas ¿Y si le hubiese dicho?, ¿Si no me lo hubiese guardado? ¿Sería igual? Seguramente, que no. Sería algo distinto.

Terminamos de almorzar, y Euge se fue al centro porque, según me dijo, tenía que hacer un trámite. No alcancé a contarle nada de la salida, ya que estaba mi hermano metido en el medio; igual no veríamos a la noche. Victorio tenía que cursar, asique me quedé sola en casa. Nada mejor para un día viernes y de frio; que una fuente de pochochos, una cama calentita, y una buena película que me haga reír. Asique allí me encontraba haciendo zapping, mientras manoteaba palomitas del boul. Encontré una que recién empezaba.

Después de una hora y media, casi dos, y cuando ya no quedaban mas nada en la fuentecita la película dio por finalizada; escuché el ruido de la llave, en la puerta. Era mi mamá que llegaba del trabajo, los viernes salía temprano. Y ya estábamos las dos en la cocina, esperando que el agua se calentara, para unos buenos mates, con facturas que ella misma había traído. Después de unos minutos, ya cada una con su mate (léase: Ella toma amargo, y yo dulce) y con la pava en el medio de la mesa…

-Ahora que no te vas a dormir, que no está tu hermano, que no te tenés ir… ¿me vas a contar con quien saliste ayer? – y si; a ella nunca se le olvida nada

-Haber… Sí salí con un chico- y una sonrisa se dibujó en su cara- Y si no te dije nada, fue porque siempre se te escapa, y no quería que pase lo que pasó con…

-¿Y cómo se llama?- interrumpió, mientras elegía una factura; parecía una nena en cuerpo de mujer

-Peter- y me cebaba un mate a mí misma

-Lindo nombre… ¿cómo es?- ya con la boca llena

-Tiene pelo cortito, cortito; como si se lo hubiera rapado, ojos verdes, y un lunar acá – me señale en mí rostro-

- Y te parte la cabeza – terminó la frase mi vieja, seguida por una risita

-No, bue tanto- Y con ella tengo una relación especial; me conoce como si me hubiera parido

-No sabes mentir Lali- me dijo mientras depositaba agua en su mate

-Si me gusta, pero no para tanto. Aparte sabes cómo soy…

-No quiero hacerme ilusiones – y hacia comillas con sus dedos, al mismo tiempo que revoleaba sus ojos

-Exacto- dije

-Bueno vos sabes, lo que pienso – me contestó con una sonrisa

- Hay que arriesgar en la vida – dije burlona, como hacia instantes ella lo había hecho

-¿Lo conociste en la facu? – me preguntó

-No-negué con mi cabeza, pero no le respondía porque estaba con la boca llena

-No me digas que es amigo de tu hermano- me dijo. Y reaccionó como si estuviera mirando un culebrón

-No, va en realidad no sé si lo conoce- y le echaba agua a mi mate- Fue el barman, que Agustín contrató para la fiesta sorpresa de Vico-proseguí

-¿Qué pasó con mí fiesta? – y mi hermano siempre escuchando, se hacía presente en la cocina; recién llegado de la facultad

-No, le decía que desde tu fiesta que no nos juntamos con las chicas – traté de zafar

-¿Pero no te juntaste ayer con las chicas?- dijo mientras dejaba un beso sobre la mejilla de nuestra madre

-Sí pero con las chicas de cole, con Euge, con Rochi; ellas- y le cebaba un mate

-Ah – y por fin dejo de preguntar

La tarde pasó con mates en familia, como desde hace mucho tiempo no teníamos; y siempre mi hermano con sus chistes. Se hizo la hora para ir a lo de Rochi, obvio que mi mama no tu problema. Puse lo necesario en un bolso, y partí hacia lo de Cande; no sin antes saludar, por supuesto. La flaqui salió enseguida, y nos encaminamos hacia lo de la rubia de pelo largo. Tocamos timbre y nos abrió la puerta. Eugenia todavía no había llegado.

Desde el último tiempo en la secundaria, se nos había dado por juntarnos, solo las chicas cada viernes de por medio. Pero después de que cada una comenzó su carrera, no siempre lo podíamos concretar. Por suerte, con esta juntada lo podíamos retomar. Siempre éramos nosotras cuatro – Rocío, Candela, Eugenia, y yo- y una pila de novedades para ponernos al día. Los papás de Rochi junto con su hermana, habían ido a visitar a sus parientes, en su ciudad natal; pero como la rubia tenía que estudiar para la facultad, decidió quedarse.

-¿Quieren tomar algo?- preguntó la dueña de casa

-Dale- respondió la flaquita. Yo no podía, está congelada, al ladito de la estufa; esas pocas cuadras me habían matado. Unos minutos después vino, con tres vasos y una gaseosa.

-¿A que no sabes qué? – le dijo la de patas de tero a la rubia

-¿Qué pasó?- y la otra con un cara de intriga bárbara

-¡La morci tiene novio!- y Candela que pegaba un grito

-No no, no tengo novio – me defendí – salí una vez nada más

-¿Y no me pensabas contar ?– me celaba Rocío

-Sí, si no para que vine- contesté - ¿Te acordas en la fiesta de mi hermano,- pude leer un como olvidarme en sus labios – el barman?

-¡Peter!, ¡el que te dije que me gustaba para vos!- y la rubia parecía que estaba más contenta que yo

-Sí ese- y la flaquita chocaba las manos con la rubia

-¡Contame todo ya! – Y comencé mí relato acerca de la salida de anoche.

En la mitad de la charla, y con las acotaciones de Candela de por medio; llegó Eugenia. Por lo que tuve que comenzar de nuevo. Mientras esperábamos la pizza, que la flaca había pedido por teléfono (Léase: no íbamos a cocinar).

-¡¿Te lo chapaste?! – me dijo como indignada la rubia peli corta-Eugenia; asentí con mí cabeza – Que raro Lalita, no eras vos la que me decías: ¡ni se te ocurra comértelo de una!

-Si era yo, pero la rápida del grupo acá sos vos– y me desligué de todo cargo; y las otra dos se estaban haciendo un festín– Aparte no conoces el dicho: ‘Haz lo que yo digo, y no me mires los dientes’

-‘Haz lo que yo digo y no lo que yo hago’, Lali – dijeron las tres al mismo tiempo

-Bueno, ¡no me corrijan ché!; la idea es la misma – y ya estábamos riendo las cuatro; como siempre que nos juntábamos.

La comida se hizo presente, y estábamos chusmeando de todo un poco. No tuve mejor idea que…

-¿Qué onda vos con Victorio?- le pregunté a la rubia, por lo sucedido hoy al mediodía. Y las otras dos, pararon la oreja.

-Nada ¿por?-

-Mentís peor que yo Euge – contesté, mientras me servía algo para beber

-¡No me digas, que te estás comiendo a mí negri! ¡Yegua! – y Candela le pegaba suavemente en el hombro (léase: estaban sentadas una al lado de la otra).Paso a contarles la reacción de la flaquita.

Hace cosa de tres años, Candela y Victorio, tuvieron un amorío; por decirlo de alguna manera. Ella con sus quince recién cumplidos, y él con las hormonas a flor de piel. No pasó más que de un lance, nada más que un par de chapes. Pero, para ese entonces, la flaca estaba súper enganchada- tengan en cuenta que era el primer chico que realmente le gustaba, con el que dio su primer beso, de verdad (Si medios lentejas, ambos)- . En pocas palabras, el típico amigovio, de lo quince años. Después mi hermano conoció la noche, y lo perdimos (no sean mal pensadas che), quiero decir que empezó a salir, con sus amigos y conocer a otras chicas. Lo que le demostró a Candela que no estaba lista para tener un novio. ‘Negri’, era como ella lo apodaba, en aquel momento. Pero conociendo a la flaqui, siempre le queda una cuestión posesiva, por decirlo de alguna manera.

-No, nada que ver. Pasa que hoy al mediodía, fui a ver a Lali, pero estaba cursado - le contaba a Cande – Entonces me quedé a esperarte- se dirigía a mi – y tu hermano, se me empezó a hacer el lindo, no sé qué bicho le picó; la cuestión, es que se me lanzó, pero no le di cabida. Pero él seguía, hasta que me avanzó, y fue cuando vos llegaste.

-Decí que llegue que si no…

-¿Qué si no que? No haría nada, sos mi amiga, y no da andar con tu hermano- me contestó – aparte… - se hacía la interesante

-¿¡Qué!?- saltamos las tres

-Nada, yo estoy con alguien - nos dijo como si nada

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