miércoles, 23 de febrero de 2011

Capitulo 061: Mañanas de septiembre

La noche había terminado, y la disfrutamos muchísimo. Reunidas en casa, con ropa más cómoda, nos encontrábamos mi cocina. Los chicos, se encargaron de traernos, y se fueron para lo del cachetón me parece.

Las mañanas de septiembre son distintas a las del resto del año. El color de las flores, o el olor a tierra mojada, se siente. Cuando mucha gente se levanta, muchas más son las que se acuestan. Por más que después de una noche de amigos y salida que te estés muriendo de sueño, no podes dejar de chumear un rato. Asique agua caliente, mate y azúcar para nosotras; y café para la delgada.

-Gorda tomate esto – y le dí a Candela una buena taza de café negro y sin azúcar. La pobre no estaba acostumbrada a tomar, y convengamos que no estaba en sus mejores cabales- Te va a hacer bien

-Gracias morci- y se tomaba la cabeza- ¡Esto es un asco morcilla!- Al borde de escupirlo. Y si, no es muy rico que digamos; pero que te hace bien seguro- Tómatelo vos – y casi tira toda la taza al diablo

-Mira chiquita la que se tomó hasta el agua de los patos fuiste vos ¿está?- y Rocío, que siempre era la mamá del grupo – Asique calladita la boca, se lo toma- y volvió a colocar la taza amarilla, frente a ella.

-Bueno mami – burló la delgada- Che… ya que estamos todas ¿Por qué no nos contás a dónde fuiste con Pablito?- y le guiñaba un ojo en señal de complicidad

-¿Yo?- y la rubia que se hacia la desentendida – A ningún lado- y tomaba el mate que yo misma le había dado –

-Dale Ro, sabés que no te vamos a decir nada. Queremos saber- incentivó la pelicorta; y como siempre se desmaquillaba antes de dormir

-Bueno, chapamos – y me atoré con una galletita

-¿¡Qué!?- dijimos Eugenia y yo. En el último tiempo, pensé que nunca iba a dar el brazo a torcer

-Vieron que les dije – y la flaca lo había adelantado en l baño del boliche – ¿Y qué más? –

-Nada de lo que en tu mente podrida está pensando – se atajó la rubia –

Flash back Rocío

-Te traje acá, porque quería hablar con vos- dijo el morocho- acá fue donde vos me viste con esa chica, donde de alguna manera te engañé, te hice sufrir- como le gusta traer el pasado al presente- Y es acá, donde quiero redimirme- no tuve tiempo a reaccionar. Estábamos besándonos.

-Pablo mira…-

-Shhh- dijo interrumpiendo – No te voy a pedir que me perdones, sólo que me dejes quererte- No pude responderle ya que una vez más nuestro labios estaban unidos

-AAAAAAA- y la delgada no perdía oportunidad - ¿Volvieron?

-Si nunca fuimos nada ¿Cómo querés que volvamos?- tenía razón la pelilarga –

-Pero hay algo ahí ¿o no?- interrogué, al mismo tiempo que Eugenia me devolvía el mate

-Sí, pero no me voy a regalar como la otra vez – dijo con seguridad- Tampoco me voy a hacer la histérica

-Está bien – la alenté – Pero no lo dejes pasar – alarmé- Se ve que está arrepentido, y quiere reconquistarte- sonreí

-Igual viste que el que te mete los cuernos una vez, lo hace dos tres… - y la flaca que metía la pata hasta el fondo- Si, si ya me callo

-No le hagas caso – dije

-Tiene razón igual – afirmó Rochi – Yo eso lo sé, y por eso quiero estar segura de que no va a volver a pasar

-Y ¿vos qué onda con el rapado?- preguntó la pelicorta, que ya había terminado de sacarse el maquillaje

-Todo bien. Un tierno – afirmé – Me dijo que la próxima salimos nosotros solos – contenta al mango –

-Ese chico es para vos, nunca me equivoqué – esbozó Rocio – Desde el primer día que era un buen partido – y tenía razón

-Te conviene más armarle parejas a los demás que a vos – dijo la delgada; yéndose al pasto – perdón es el café – y echale la culpa nomás

-¿Para cuando el bonito? – interrogué a Eugenia

-Jodeme que estás con el bombo – grito la flaquita, sin dudas la resaca le dura

-No tarada – y le valió un reto – Se refiere a Nicolás

-No sé dijo que iba a venir, pero nunca más volvió a llamar – dijo preocupada

-Tampoco te vi tan afligida en el boliche – sorprendió la escuálida- Si no me mires con esa car, está bien que estaba un poco tomaba, pero no soy ciega.

-¿Qué decís?- ahora preguntaba yo

-Que la vi chapándose a alguien – confirmó- No sé a quien

-¿Qué tiene?- se defendió la rubia, cuando vio dos pares de ojos posados frente a ella – Ay chicas como si él fuera un santo. Tengo que recordarles que no es mi novio. Y estaba necesitada de cariño, ché – dijo como si nada – Igual esperen. Fueron un par de besos

-¿Un par? Si le estabas haciendo un testeo de saliva – escupió Candela, al mismo tiempo que recibía un golpe en el brazo. Y una vez más estallábamos en risas.

Mate va mate viene. Nos agarró sueño. Candela con sus quejas de que el café estaba horrible, pero se lo tomó. Después no pudo pegar un ojo. Pero estaba sobria, y eso es lo importante. Al mediodía siguiente, nos despertamos, almorzamos algo rápido, y cada una se fue a su casa.

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