martes, 8 de febrero de 2011

Capitulo 050: Amigos, música, y bebidas espirituosas

La tarde se pasó volando. Cuando quise acordar ya estaba bañada, cambiada y maquillada; caminando esas frías cuadras para ir a lo de la delgada junto con mi hermano. Candela se había encargo de llamar a todo el mundo. Literalmente. Había desde compañeros del colegio, pasando por los de la facultad, amigos de amigos, hasta el kiosquero –bueh, tanto no-. Si hay algo que está en el ser de la flaqui, es que no le cuesta hacerse de amigos, de buena compañía, de gente con buena onda.

Sus papás junto con sus hermanas, se habían tomado el fin de semana libre, para ir a visitar a un matrimonio amigo, por lo que la casa estaba a cargo y bajo la responsabilidad de la flaquita.

Toqué timbre, y después de unos cinco minutos –y luego de haberle mandado un Estoy en la puerta- la dueña de casa se dignó a abrirnos. Con decirles que la música se escuchaba desde afuera, les digo todo.

-¡Feliz cumpleaños!- saludé por enésima vez
-Gracias morci- y nos abrazábamos mitad afuera, mitad dentro
-Feliz cumpleaños flaqui – y era mi hermano el que depositaba un beso en la mejilla de Candela
-Pasen, pasen- y nos introdujimos en aquel living

Nuestros amigos estaban en el pequeño quinchito, donde días antes nos encontrábamos festejando el día del amigo. Divisé a las chicas, mientras perdía a mi hermano por el camino.

-¡Chicas!- Euge y Rochi, ya estaban allí- ¿Cómo andan? – saludé, y deje un beso en sus mejillas
-Todo bien ¿Vos?- preguntó la pelicorta, mientras sacaba mi tapadito color negro
-Todo bien – y lo dejé colgado en el respaldar de una silla, más tarde lo llevaría a la habitación de la delgada- A vos ¿cómo te está yendo en el curso?-me dirigía a Eugenia, ya que en el último tiempo había empezado un curso de fotografía
-Re bien, recién empiezo pero esta bueno- comentó mientras bebía de su vaso
-Ay chicas vamos a bailar- y la flaquita se hacia presente, con un tono alegre –en el buen sentido de la palabra-

Nos convidó algo para tomar –un rico licor de melón con energizante- Bailando al compás del reggaetón, puesto por un compañero del colegio, movíamos nuestros cuerpos en el medio de la improvisada pista. De tanto en cuanto, las miradas entre Agustín y Candela, era más que obvias; por lo que no aguantó hasta el finalizar de la fiesta, para contar con lujo de detalles lo sucedido con el cachetón.

-Ay amiga, por fin se te dio- y la pelicorta del grupo, se alegraba por Cande
-Sí, la verdad que se hizo esperar, pero fue un dulce de leche- comentaba la flaquita
-Es re linda- y Ro, que estaba fascinada con la cadenita regalada

Entre amigos, música, y bebidas espirituosas, las canciones pasaban, y los hombres se habían sumado a ronda; Agustín –que según la dueña de casa, fue uno de los primeros en llegar- junto con mi hermano, y Pablo –que poco pude averiguar sobre su relación con Rocío; pero se la veía entera a la rubia de pelo largo; lo cual es positivo-.

En un momento de la noche la delgada desapareció y, llamativamente, el de cachetes prominentes, también. No sería curioso pensar, que estén juntos –lo raro sería que no lo estén- Eugenia y Rocío bailaban con amigos del colegio; mientras que Pablo y yo estábamos sentados en el sillón.

-No, no me podés decir eso Pablo- contesté luego de haber escuchado un Estaba en pedo La, no me dí cuenta - Sí nuevamente el tema de esa noche en el boliche, donde él estaba besándose con otra chica frente a los ojos de Rochi, se hacía presente.- La ilusionaste al pedo, ella confiaba en vos. Y vos fuiste y te chapaste a la primera que se te cruzó- defendía a mi amiga.
-Pero le pedí disculpas y no me dijo nada
-¿Y que querías que hiciera?- volví a defenderla – Yo si fuera ella, no te hablaría nunca más- Y no le dí tiempo a decir nada, ya que el timbre sonaba, y la dueña de casa no aparecía por ningún lado. Lo que produjo que, yo me levantara para ir a atender. Después de unos minutos de buscar la llave y no encontrarla, un Ya va, salió de mi boca. Colgada de un clavito en la pared, yacía como riéndose de mí, la desgraciada. La tomé, y abrí la puerta. Y no pude creer lo que mis ojos estaban viendo.

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