sábado, 12 de febrero de 2011

Capitulo 053: Clandestinidad

Después que Euge contara lo que había pasado con Pablo y Rocío, la rubia se apareció en medio de la cocina, con una carita de dormida importante.

-¿Cómo anda la bella durmiente?- bromeó el cachetón. No recibió respuesta, ya que no le hiso gracia, sólo una sonrisa

-Bueno chicos yo me voy yendo – dijo mi hermano -¿Vos Lalita que hacés? –Era obvio que necesitábamos descargar, en una ronda de amigas; y seguramente las chicas estarían de acuerdo.

-Me quedo –contesté –

-Bueno entonces nos vamos – dijo el cachetón – ¿los llevo chicos?- Sí, era el único que tenía auto y registro

-Dale – dijo Vico, aunque eran pocas cuadras; no hay que desaprovechar - ¿Vos que hacés?- se dirigía a mí novio

-Dale voy con ustedes – contestó – Dejé mí campera en tu pieza Cande – Y me dio el pie perfecto para decir…

-Te acompaño – y si no iba a dejar que fuera solito; a ver si se pierde

En el cuarto de Candela

-Perdoname, por tener que andar así – dije con un puchero comprador, arrinconados detrás de la puerta- en la clandestinidad

-Está todo bien La –dijo con una sonrisa- No te voy a decir, que no me molesta- más tierno- Pero sé, lo que pasó con… bueno ya sabemos quién. Y también lo entiendo a tu hermano- morí – Si yo tuviera semejante bombón de hermana también me pondría loquito- y le valió un golpe en el brazo, seguido por un buen beso –

-Igual no va a faltar mucho para que le cuente – respondí - ¿Vos le dijiste algo?

Flash back Peter

No sé ni cómo, pero el destino quiso que esa noche llegara para rescatar a Mariana. Suena como una novela de las tres de la tarde, pero fue así. A Gastón lo conozco, porque íbamos juntos al colegio –al mismo grado, distinto curso-. Nunca lo consideré mi amigo, es más siempre fue un ‘Hola y chau’; pero enterarme que él se había portado tan mal con mi novia, nunca me lo hubiera esperado. Siempre fue un chico muy tímido, sensible; no me entra en la cabeza de dónde sacó esa personalidad que tiene ahora. Y esto nadie me lo contó, lo vi yo con mis propios ojos. Y saber que puede lastimar a mí chica, me dan ganas de ir y romperle la cabeza a patas. Pero no Pedro, controlate. Mientras que yo esté cerca de Lali, nada malo le va a pasar.

Estábamos en plena fiesta. Con Benjamín, y mi cuñado –aunque él no lo sepa- y hablábamos de la vida. Sentados, tomando algo, mirando cómo los demás sacudían sus cuerpos. Disimuladamente, cada dos por tres, las miradas con Lali se cruzaban; muy valiente de mí parte –y de la suya también- no pararme e ir a comerle la boca.

-Y vos Pedrito ¿estás con alguien?- preguntó Victorio

-¿Eh?- Si, definitivamente la clandestinidad, no es lo mío -Si, hace poco que estoy saliendo con una chica – contesté

-Ah Y… ¿está buena?- Si supieras que es tu hermana-

-Sí, es linda, pero no me fijo en lo físico. Si no en lo que es ella – dije –

-Anda, goma. ¿Qué te pusiste romanticón?- esbozó mi cuñado

-No, de verdad te digo- y tomaba de mi vaso

-¿Cómo se llama? – y que ganas de escarbar que tenía

-Mariana- y sin decirle nada, me levanté y fui; no sabía bien donde, pero tenía que salir.

-Pará, pará- lo frené- ¿Vos me estás queriendo decir que…?

-Nada, no le dije nada - y me robó un pico

- ¿Y qué te dijo después?-

-No, no me preguntó más nada- respondió, entre mis labios – Igual, soy el perfil perfecto de cuñado ¿eh? – Y una sonrisa compradora, a la cual no me pude resistir – Bueno me voy…- y de nuevo esos carnosos labios fueron míos

-Dale que te acompaño – dije

Y así, sin que nadie sospeche –o al menos eso es lo que pienso – bajamos.

-¿Por qué tardaban tanto ustedes?- interrogó mi hermano

-Nada, nos quedamos hablando – contesté confiada

-Bueno ¿Vamos?- y ahora el de cachetes prominentes era el que apuraba- Nos vemos lindas- y una por una fue dejando un beso en nuestras mejillas. Y aunque se crea que no lo ví, lo ví. Ví como dejaba un beso en la comisura de los labios de Candela.

-Chau – ese era mi hermano, y saludaba una por una – Cualquier cosa llamas – me decía como si tuviera tres años

-Sí, hermanito – contesté.

-Chau chicas – correspondió mi novio, y como Victorio ya había salido; tubo el deber de regalarme un pico – Te llamo novia clandestina – dijo a mi oído, y reí por la situación. Y así se fueron.

Un amor clandestino, no es más o menos que un amor oficial. Es… diferente, distinto. Tiene ese toque, que lo hace especial. Nunca te vas a olvidar de ese amor, que no contaste, que ocultaste, que disfrutaste. Tiene un peso más de adrenalina, de satisfacción, de pasión. Entre los besos oficiales y los clandestinos ¿Cuál elegís? Sin dudas los prohibidos. Tienen esa cuota de magia, que los convierte en irremplazables. Por más que después blanquees, esos momentos secretos, encubierto, clandestinos; son los que le ponen vida a la relación.

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