jueves, 3 de febrero de 2011

Capitulo 045: Nena

Cuatro menos cinco, y la mina que no termina, ése era el pensamiento que me invadía. Las clases se hacen muy largas cuando sabes que hay alguien esperándote a la salida; y más si ese alguien es tu novio. Me limité a escribirle un Ya termina, después de saber que estaba en la puerta. Por suerte, no la estiró más, y dio por finalizada.

Candela tenía que sacar unas copias, y no podía decirle que no. Había poca gente – muy raro, ya que siempre está lleno- Sacamos las fotocopias, y nos fuimos. En las escaleras de entrada, divisé una rapada. Sin dudas era él.

-Hola – saludé. Y deposité un beso en sus labios

-¿Cómo andan?- Ya que estaba en compañía de la delgada

-Todo bien- dijo, Candela; y depositó un beso en la mejilla del de ojos verdes- Bueno chicos, yo los dejo, tengo que hacer un par de cosas- me saludó, y de nuevo a Peter. Se alejaba unos pasos– Ah Pitt- siempre tan sociable ella. Volvió- El sábado festejo mi cumple, y si querés venir estás más que invitado – me sonrió

-Gracias, pero no conozco a casi nadie y no quiero estar de más- lo mismo que la tarde anterior, me dijo a mí –

-Pero si no vas a estar de más- insistió Cande – Dale

-No de verdad. Aparte, es el cumpleaños de una amiga de mi hermano- dijo

-¿Cómo amiga? – Reproché – Hasta ayer a la tarde era amigo

-Bueno, es lo mismo; La – no, no lo es ¿o querés que te explique la diferencia?- Gracias, la próxima prometo que voy

-Bueno como quieras- contestó Candela – Si te arrepentís, Lali sabe dónde queda. Ahora me voy- Nos tiró un beso, que quedó en el aire- Nos vemos

-¿En qué estábamos?- preguntó el rapado, después de que comenzamos a caminar, sin un destino seguro

-En que mañana vas al cumpleaños de la amiga – resalté esa palabra- de tu hermano

-Pero no es nada, La – dijo seguro- Es una amiga, es más yo no la conozco, voy de cara dura

-Sí, igual no me cierra- dije- Pero… por ahora no importa… ¿Dónde vamos?

-¿Tenés hambre?-

-¿Me ves cara de escarbadiente?

-No- y rio por mi comentario- Te preguntó, si querés vamos a comer algo

-Bueno dale- La verdad era que sí, estaba muy hambrienta

Luego de un par de cuadras, tras comentar algunas cosas cotidianas, llegamos a un local de comidas rápidas. No íbamos a lastrarnos una hamburguesa con papas a las cuatro de la tarde – aunque ya lo había hecho un par de veces- , pero sí un café con medialunas; zafaba. Fue él, a hacer la cola, por supuesto; y yo fui a buscar mesa. Ya sentada, y esperando, puede ver como una nena de no más de cuatro años, se hacía la linda; con mí lindo. Estaba a upa de su mamá –supongo-, y meta charla, con mi novio.

Hay muñecas, que guardar
ya es momento de dejarlas atrás
Es la vida y hay que aceptar 
cuando nos dice que debemos cambiar

-¿Quién era esa?- pregunté a penas tomó asiento, y trajo las cosas

-¿Quién?-

-La nena esa, que te hablaba, en la fila- dije e introducía el sorbete, en mí vaso

-No sé- contestó- ¿Viste que simpática la pendeja?- con cariño

-Sí, muy- dije y atacaba a una medialuna

-No me digas que… - y tomaba su café

-Que, ¿qué?

-¿Estás celosa?- y ahora era él el que comía

-¿Yo?- desentendida al cubo- Puff, por favor Peter

-No tiene más de cuatro años, La- dijo superado –

-Menos mal que no tiene quince, si no la agarraba de los pelos…- y no pude resistir a sacar la tapa de platico que el vaso tenía, y mojar la medialuna dentro

-Igual, yo también tengo mí nena-

-¡¿Qué?!- levanté la vista, por lo que terminé con toda la masa dentro del vaso-

-Que yo también tengo a mi nena de cuatro años- dijo sonriendo, después de ver lo que me había pasado. Se refería mí.

-No te rías che- le pegué suavemente en el brazo - ¿Quién es tu nena? – pregunté picara

-Vos – Y ya estaba unidos en lindo beso

 
Nena ya no hay cuentos de hadas
Nena no te pierdas nada
Nena te voy a buscar
Nena ya no tengas miedo
Nena no  digas no puedo

Cuando sos chica pensás que el príncipe de La Bella Durmiente, te va a venir a levantar al día siguiente. O que Aladín, se va a asomar, flotando una alfombra por tu balcón. O que el de Cenicienta, va a venir con una caja de zapatos. Pero cuando empezas a crecer, te das cuenta que eso sólo pasa en los cuentos. En la vida real, sos vos la que tenés que salir a buscar a tú príncipe. Aprendés que es mejor estar sola, que mal acompañada, y que nada es para siempre. Hasta que, por esas cosas de la vida, hay un príncipe que te está buscando. Se encuentran, y es el momento de escribir el ‘y vivieron felices por siempre’. Ese es el instante en que te convertís de nuevo en una nena de cuatro años. En su nena.

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