-Hola – me introduje en aquel auto color perla- ¿Cómo estás?
-Bien- dijo. Se lo notaba nervioso- ¿Vos?
-Todo bien -contesté, y encendió el auto – Igual no te apures tanto que se va a cambiar, y producir un poco – no me había dicho nada, pero no hace falta conocerla mucho a la flaca, para darse cuenta que tiene que estar arreglada a todas horas - ¿Qué le compraste? – interrogué luego de ver las flores en el asiento trasero, una bolsa de una disquería, más una caja que no sabía qué era lo que tenía dentro.
-Las flores, el cd, y otra cosa – se hacía el misterioso
-Ah bueh te re portarte cachetes – dije - ¿Qué hay en la caja? – insistí curiosa, y me tomé el atrevimiento de tomar la caja con mis manos
-Deja eso ahí – sonó un reto – Son… no importa que es – e inmediatamente volvió la caja a su lugar. Puso primera y arrancó.
-Bueno, eh tranquilo – lo amoldé – Que si no fuera por mí… – no era que me quería llevar todos los créditos, pero algo de ayuda hice ché
-Sí, si perdoná – sincero- Pero ¿y si no le gusta? ¿Si piensa que soy un goma? ¿Si me tira las flores por la cabeza?- estaba en crisis
-Para – y giro la cabeza para verme – Podes tranquilizarte, es Candela. A ella le gusta todo eso, si no, no se lo hubieses comprado – dije dándole a entender que él la conocía bastante bien
-Si tenés razón – y ya estábamos en la puerta de mi casa
-Bueno, mucha mierda- en esos casos la palabra suerte, está de más – Cualquier cosa me chiflas – y dejaba un beso un su mejilla – Nos vemos. Gracias – por haberme llevado, y ya estaba en la vereda
-Gracias a vos – digo antes de que cerrara la puerta –
Esperó a que entrara –todo un caballero- e incluso ya habiendo caminado por el jardín delantero esperaba a que me encontrara bajo techo. Una vez dentro, saludé con la mano, y la bocina se escuchó en la cuadra; para dirigirse a lo de la flaquita, donde ella lo estaba esperando.
Cuenta Candela
Ya las doce habían pasado, y mi cumpleaños ha llegado –un versito – Como todos los años, un par de mensajitos siempre llegan, pero en esta ocasión el de alguien muy especial. Un Romeo, como le dije a Lali, aunque creo que ella ya lo sabe. Agustín, aparte de un Feliz cumple flaqui –que provocó un gran sonrisa en mi rostro -, preguntó si estaba en mí casa, para pasar a saludarme. Le dije que sí, y recibí un En un rato estoy por ahí; que no pude ocultar. Al parecer, mi amiga se dio cuenta que estaba de más, y se fue a su casa. Aproveché para cambiarme – no podía estar hecha un escracho – y un poco de make up, no vino nada mal. Después de unos veinticinco minutos, estaba lista; y el cachetón que me mandaba un Estoy en la puerta-Claro estas no son horas de andar tocando timbres en casa de familia-. Un poco de perfume, y ya estaba abriendo el puerta.
-Hola –dijimos los dos al mismo tiempo –
-Feliz cumpleaños –y me entregó un ramo de flores hermoso –
-Ahh Muchas gracias – dije contenta por el obsequio – Pasá – e indirectamente lo obligué a entrar
-Permiso – educado al cubo
Ya en la cocina…
-¿Querés tomar algo?
-Dale, lo que vos tomes – contestó. Abrí la heladera, y serví gaseosa en dos vasos - ¿Cómo empezaste?
-Bien- y le entregué el suyo – vino Lali a cenar, y las chicas me mandaron mensajitos. Igual mañana, es de party – me refería a la fiesta
-Sí, si – lo sentía como incomodo. No lo dudé y le pregunté - ¿Estás bien?
-Si ¿por? – muy malo para disimular
-Te noto como… no sé…-no quería decirle raro, porque iba a pensar cualquier cosa – Como que querés decir algo – Que mal Candela, para eso te quedabas con lo de raro
-Sos terrible ¿Eh?- y tomó su bolso color café - ¿Cómo te diste cuenta?
-¿De qué? – no entendía
-De esto- y sacó un bolsa con el nombre de una disquería – Feliz cumpleaños – me sonrió
-¿Qué es? – pregunté intrigada, con el paquetito en mis manos –
-Abrilo- contestó. Y me dediqué a romper el envoltorio
-Ahh Gracias – y me paré para abrazarlo - ¿Cómo sabías que lo quería? – Sí, el nuevo cd de Madonna estaba conmigo
-Intuición masculina - dijo haciéndome burla- ¿Te gusta?- Asentí
-Pero no hacía falta tanto – flores, cd, visita, ¿algo más?
-Sí, y falta lo mejor – el misterio era dueño de la noche –
-¿Dónde están las cámaras? – y empecé a girar la cabeza, como la loca, buscando alguna
-No, no hay cámaras. Estamos nosotros- y buscaba, nuevamente, algo dentro del bolso
-Para- lo paré – No me digas que los conejos, en vez de galera, ahora vienen en bolsos- dije cómica; ya parecía un show de magia
-Algo así, pero no es un conejo – y sacó una cajita color plata
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