viernes, 4 de febrero de 2011

Capitulo 046: Que los cumplas feliz

El jueves a la noche recibí un llamado de Agustín, pidiéndome ayuda para poder sorprender a Cande por el cumpleaños. Entre los dos pensamos como hacer, hasta que encontramos la solución. Yo me dirigiría a lo de la delgada a cenar- sí me invito sola, hay confianza ché -, con la excusa de cantarle el feliz cumpleaños, justo a la medianoche. Después de cantarle el canto cumpleañero, sonaría el timbre y él – el cachetón – entra en escena; con la excusa más creíble: Feliz cumpleaños. Conociéndola a la delgada, lo va a hacer pasar a tomar algo, en ese momento es el cual yo me retiro; y los dejo solos y a la merced del destino.

Y así lo hice. El viernes a la noche, después de una larga semana, me encontraba cenando en la mesa de los Vetrano. No sólo estaba Cande, también sus padres, y sus hermanas – mellizas-. Después de un rico pollo al horno con papas, cocinado por la mamá de la delgada, esperamos para cantarle todos juntos el cumpleaños feliz. La mellis, pusieron una peli, una buena comedia romántica; ya que éramos mayoría de mujeres. Pobre el padre de la flaqui se tuvo que comer toda la película, solo por ser la previa del cumpleaños de su hija mayor. Así, en familia –Sí, me sentía en familia. Si hay algo que tienen los Vetrano, es que te hacen pasar un buen momento con alegría, estés donde estés. Y yo los conocía desde hace años, asique me siento como de la familia-, esperábamos las doce de la noche.

En un abrir y cerrar de ojos se pasó la hora. Será que estábamos muy concentradas mirando la película, que no nos dimos cuenta que el reloj marcaba la doce menos cinco. La madre de la delgada, había preparado una pequeña, pero poderosa torta – ya que con el trabajo no llegó a hacer un más grande, según me dijo- Era un bizcochuelo de vainilla, con dulce de leche adentro, bañada en chocolate, y con confites; a pedido de Candela. Si hay algo que la flaquita la podían, eran esos confites de chocolate-debo admitir, que también me sumo a la lista-. Fui la encargada de apagar las luces, y poner silencio al televisor. Juli –una de la mellis- prendió la velita, color rosa que estaba en medio de la torta. Y al grito de Que los cumplas feliz, ya habían pasado las doce. La delgada, flaqui, Candela, o mejor dicho mí amiga del alma; obtuvo sus diecinueve años.

Que los cumplas feliz

Que los cumplas feliz

Que los cumplas, Candela

Que los cumplas feliz

Después del saludo con sus papás, y sus hermanas, fue mi turno. La abracé, y un Feliz cumpleaños amiga, salió de mí boca. Como era de esperarse los papás de la delgada, no tardaron en ir a acostarse, ya que la rutina de la semana, se les notaba en la cara. Por su parte, las mellizas, también se dirigieron a su habitación -compartida-, dado que el levantarse los últimos cinco días, a las seis de la mañana para llegar puntual al colegio, se sentían en sus ojitos. Dejaron un beso sobre la mejilla de la cumpleañera, y luego sobre la mía, para perderse por el living.

Quedamos en la cocina, con el canal de música de fondo, atacando la torta que minutos antes la mamá de Cande, había depositado en un platito para cada una.

-¿Asique le metió los cuernos?- pregunté. Estábamos hablando de una compañera de cursada, la cual el novio le había sido infiel.

-Sí, parece que los vio besándose. Y después el pibe, le negó todo- contestó Candela, con la boca semi llena.

-Pobre- dije sincera- ¿vos perdonarías una infidelidad?- interrogué. Necesitaba hacer tiempo hasta que llegue el cachetón

-No sé- contestó, respondiendo un mensajito, que le había llegado; seguramente otro feliz cumpleaños – Primero tengo que tener un novio ¿no te parece?

-Y está más cerca de lo que vos pensás – dije inconsciente

-¿Qué?- saltó la flaquita, no se le escapa nada

Y gracias a dios, me salvó una llamada entrante a mi celular. ¿Quién? Agustín

Comunicación telefónica

-Hola- atendí

-¿Petiza ya estás en lo de Cande?- ni un Hola ché

-Sí, lindo- dije para despistar – ¿Al final no venis mañana? – dándole a entender a la flaquita que estaba hablando con el pelado

-Sí, ya estoy en la puerta. En cinco, le mando un mensaje

-A bueno, pero si te arrepentís podes venir – seguí con la pequeña mentirita

-Bueno, chau. Gracias- cortó

-Bueno, anda a dormir. Soñá conmigo – seguía hablando sola- Cortá vos – típica postal, romanticona- No vos – y la flaquita que se mataba de la risa – Me cortó – dije sobreactuando, lo cual causó aun más gracia en la cumpleañera.

Después de ver un par de videos, y criticar a esas estrellas –si se las puede llamar estrellas- que nacieron estrelladas, el celular de la flaquita sonó, y su cara cambió por completo.

-Ehhh que pasó que hay tanta alegría de golpe-interrogué, luego de ver que no le daban los dedos para responder

-Nada – dijo concentrada- un Romeo – y recordé esa charla, que habíamos tenido con las chicas, y sus amores

-¿Se puede saber?- pregunté

-Es alguien que vos conoces muy bien – se hizo la misteriosa la flaquita. E inmediatamente, me di cuenta que era el momento de irme

-Bueno Cande, me voy. Ya es tarde, y no da andar sola a estas horas – la calle está peligrosa, mucho más de noche; por más que sean pocas cuadras- Feliz cumpleaños amiga – volví a abrazarla, y saludar; ya en la puerta- Mañana vengo a saludarte – dije, era sabido que era ella la que llamaría para que vaya y contarme todos los detalles- Nos vemos- y empecé a cambiar para mí casa.

Me aseguré de que la flaquita estuviera dentro de su hogar, para colarme dentro del auto de Agustín. Sí, él sería el encargado de llevarme hasta mí casa, y volver, para darme una sorpresa a la cumpleañera; ni loca camino, sola y con este frío.

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