lunes, 27 de diciembre de 2010

Capitulo 011: Suavemente, be – sa - me

Nos cuesta tanto creer en el amor, soñar que algo en nuestra vida pueda cambiar. Parece muy difícil soltar, volar con el corazón, dejarlo entrar, abrirle las puertas, confiar en que puede ser diferente. No nos damos cuenta, y la vida se va. Estamos pendientes de encontrar el amor perfecto, el extraordinario. Cualquier cosa no sea perfecta, que no tenga todo lo que nosotros queremos, no nos interesa. La dejamos de lado, seguimos esperando. Y mientras tanto, la vida pasa, y nosotros con ella; mirándola desde afuera, como un espectador mas.

-Espera- me dijo, a lo que me di vuelta- No me importa como lo tomes, si después no me querés ver más, todo bien. Pero no puedo no…

¿Qué pasa?- interrumpí

Cuéntame al oído, si es sincero eso que ha dicho
o son frases disfrazadas esperando sólo un guiño.
Cuéntame, cuéntame.
El cielo acostado detuvo el tiempo en el beso
y ese beso a mí en el tiempo.

Y ya nuestros labios estaban chocándose, uno al otro. Con ternura, enlace mis brazos sobre su cuello, y continué besándolo. Nuestras bocas, eran una; era más que simple chape, más que un beso. Era una demostración de cariño, de querer seguir viéndolo, de no perderlo. Ya no importaba nada ni nadie, el tiempo se detuvo para mí. Desde que lo conocí sentí que ese chico, el del lunar, tenía algo especial, algo distinto a los demás. Algo que hacía que me fijara en él, hacia que mis ojos no pararan de mirarlo, y que mi boca no dejara de desearlo. Suavemente, con mis manos comencé a jugar con su pelo, alocándolo de manera tierna. Podía sentir la frescura de su perfume. Nuestras bocas, no se separaron en ningún momento, tomaron las riendas del camino y nos transportaron a otro plano. Un lugar donde solo éramos él y yo.

Cuéntame al oído, a qué sabe ese momento
donde esperan hoy los días en que aquello era un sueño.
Cuéntame el oído, donde quedan hoy tus miedos,
si aún guardas sus caricias en la caja del recuerdo.

Por las necesarias ganas de respirar de ambos, fuimos separando nuestras bocas, con pequeños besos. Nos quedamos mirando, a los ojos, por unos segundos.

-No quiero que pienses que soy cualquiera, y que lo único que quería era besarte- me dijo excusándose

-Shh, está todo bien. – Dije en voz baja- La paso muy bien con vos, y no pienso cualquiera. Y si quiero seguir viéndote, pero todo a su tiempo- y me dedicaba una sonrisa- Bueno, tengo que entrar- dije no con mucha alegría. Lo besé nuevamente, pero por menos tiempo. Y abrí la reja. – Nos vemos- dije una vez adentro, junto con una sonrisa. Y ya caminaba por el patio.

Cuenta Peter

Estábamos frente a su casa, una de rejas negras. Ninguno de los dos, se animaba a hablar. Salió de su boca, hacerme recordar lo del cine. Y ya estaba saludándome para entrar. ” Que ¿tan rápido se paso todo?” Si goma, tan rápido. Sinceramente, no me di cuenta, no caía que esa noche, tan maravillosa, ya estaba por terminar. Tenía ganas de sentirla más cerca (ojo no sean mal pensados ¿eh?) Me refiero a sentirla, a que sé de cuenta, que quiero algo más, y no piense que soy un perejil.

Reaccioné, a tiempo, y la tomé del brazo. En ese momento las palabras no me salían, pero puede decirle “No me importa como lo tomes, si después no me querés ver más, todo bien. Pero no puedo no…” , y la necesidad de besarla se hizo presente en mí. Me acerqué, y poco a poco, nuestros labios se iban conociendo, se iban haciendo uno. Nuestras bocas chocaban, y ella enredó sus brazos en mi cuello; por mi parte me atreví a tomarla por la cintura, al mismo tiempo que la aferraba a mí. No quería que ese momento terminara, si por mi fuese me hubiese quedado ahí toda la noche, incluyendo la helada que estaba por caer. Y con ese beso, que era más que una apretada, que un chape, le demostré que; en poco tiempo se había convertido en alguien muy importante. Desde el día que fue a buscar las fotocopias a lo de Agustín, y me la crucé o choque como quieran llamarle, desde ahí, sentí un rayito de esperanza. Esperanza que estábamos concretando, porque si me correspondió el beso, quiere decir que algo pasa.

Por la necesidad de respirar, fuimos separándonos con pequeños picos; por suerte, no todo estaba perdido al contrario me respondió con una sonrisa y un Shh, está todo bien. La paso muy bien con vos, y no pienso cualquiera. Y si quiero seguir viéndote, pero todo a su tiempo… “ Me saludó, y entró, la saludé con la mano. La noche había finalizado para nosotros, y con un buen final; y como estaba la situación, esa iba a ser la primera de muchas otras salidas.

Estar solo duele, pero creo que lo que más duele es que los demás te recuerden que estas solo. Todos, en algún momento de la vida necesitamos un tiempo de soledad, pensar en nosotros, no tener compromisos; pero ese tiempo se va haciendo cada vez más y más largo, hasta que terminamos quedándonos solos. Vivís soñando que tu príncipe azul va a tocar tu puerta, como en los cuentos; que te va a despertar con un beso y te vas a ir con él en su auto, o caballo en su defecto. Pero chicas, lamento decirles que la realidad supera la ficción, y ese príncipe azul que tanto soñás, no existe. Las chicas de la realidad, tenemos que remarla, luchar por ese alguien que queremos. No tendremos zapatitos de cristal pero tenemos agallas. No tendremos que dormirnos para que nos besen, por que nosotras robamos los besos. No tenemos que morirnos para que vengan a rescatarnos, porque vivimos por amor. No tendremos una alfombra mágica donde volar, porque volamos con nuestros sueños. No estaremos en el cuarto de la torre de un castillo esperando que venga a rescatarnos, porque luchamos para salir de ahí. No todo en la vida es como en un cuento de hadas, es mejor.

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