domingo, 19 de diciembre de 2010

Capítulo 02: Una nueva historia II

-¡Euge! – Y mí alegría traspasó el aparato - ¡¿Cómo estás?!– Pude ver como Candela se acercaba con la silla para escuchar, pegando su oreja al teléfono. – ¡Gordi! – No tardó en decir la flaca, o gritar mejor dicho-

-Siempre juntas ustedes ¿eh? – Ambas sonreímos – Quería avisarles que mí vuelo se retrasó unas semanas, por lo que no creo llegar para el cumpleaños de Vico. – Nuestras sonrisas se fueron desdibujando lentamente.

Eugenia es esa persona que está siempre, en la buenas y mucho más en las malas, es la que con una mirada sabe lo que te sobra, lo que te falta; es esa persona que está ahí con vos, aunque este en la otra punta del mundo. Y precisamente en otra parte del mundo es donde estaba, España era su segundo hogar, puerto de sus olvidos y llegada de sus tristezas, allí era donde ella solía encontrarse, donde podía comenzar de nuevo. Hacía ya poco menos de un año que se había ido para aquel país, en busca de nuevos encuentros. Pero con la excusa del cumpleaños de Victorio, decidió volver. Ellos tenían una relación muy especial, no eran mejores amigos, pero existía una leve debilidad entre ambos; sea lo que fuere esa debilidad hacía que mi amiga del alma, mi hermana de la vida; volviera y eso era lo importante.

-¿De verdad? ¿Pero no se puede adelantar? – Traté de encontrar alguna posibilidad para que venga

-Ojala, pero no. Es por las cenizas del volcán, se postergaron todos los vuelos, no hay forma de que pueda ir – Y antes de que pudiera contestar, Candela tomó el teléfono-

- ¿Cómo que no? Volcán y el que te tiro de las patas ché. – No pude evitar soltar una leve risita.

- Chicas las tengo que dejar. Más tarde las llamo- dijo mí amiga en otra parte del mundo

- Dale, dale. Un beso enorme amiga. Te amo – dije. He inmediatamente el celular acabó en las manos de la flaca.

- Un beso Gordi – cortó

- Que lástima, con las ganas que tengo de verla – dije mientras Candela volvía a su antiguo lugar.

- Si qué pena, con las cosas que tenemos para contarle – miró su reloj y dijo – bueno La me tengo que ir, tengo turno con el médico. Nada importante, un chequeo – dijo mientras depositaba un beso en mi mejilla.

- Dale, te llamo a la noche – dije mientras se alejaba entre las mesas.

Luego de terminar mí café, dejé el dinero sobre la mesa. Tomé mi bolso, y me dirigí a mí casa. Por suerte, hoy solo cursaba una materia, y ahora tenía la tarde libre. Llegué a mí casa, todo muy silencioso; mí mamá en el trabajo, y mi hermano durmiendo seguramente. Subí las escaleras para ir a mi cuarto, colgué mí abrigo en la puerta del placard y mi bolso en la silla. Tomé el control remoto, y me metí dentro de la cama. Hacia frio, asique nada mejor que estar en la cama con una buena película. Encontré una cómica que ya había visto, pero estaba buena asique la dejé. Poco a poco mis ojos se fueron cerrando hasta que me quedé dormida.

No sé si dormí mucho, pero me despertaron los gritos de mi hermano diciendo que alguien me llamaba por teléfono. Sin abrir los ojos, estiré la mano, y tanteé el teléfono sobre mi mesa de luz.

-¿Hola?- pregunté

-Hola Gor- Y la voz aguda de Candela terminó de despertarme - ¿dormías?

-No, estaba mirando con los ojos cerrados. Sí Cande dormía. – Y tuve que incorporarme a la cama - ¿Qué pasa?

-Llamo para recordarte que hoy nos juntamos con las chicas del club, ¿te acordás no? – dijo mientras yo hacía zapping hasta llegar al noticiero para mirar la hora.

- Si Cande, no me olvido – mentira se me había re pasado - ¿A qué hora era? – dije y no tuve más remedio que levantarme.

- A las cinco La, nos juntamos en club. – dijo. Para esto, mi siesta había durado hasta las tres y media. – Un besito, nos vemos –

- Beso- corté

Luego de dejar el teléfono en su lugar, apagué el televisor, y bajé. Puse la pava para tomar unos mates, ya que esas no eran horas de almorzar. Esperando que se caliente el agua, El Potro comenzó a sonar en la casa; producto de que mi hermano encendiera el equipo de música.

Oigan señores yo les quiero así contar
Con muchísima emoción dónde nació mi canto
Chispa, tonada, piano, bajo y acordeón
Así tocaba Leonor ritmo de cuartetazo
El pibe Berna, Carlos "pueblo" Roldán
Y el cuarteto de oro
 

Y ya estábamos los dos enlazando nuestras manos, bailando en plena cocina, al compás del cuarteto. Me separé de mi compañero de baile, sin dejar de mover mis pies al ritmo de la música, para ir a apagar la hornalla, ponerle yerba al mate junto con la bombilla, azúcar –porque ambos tomamos dulce- y luego volver a esa pista improvisada en la cocina.

Soy cordobés, me gusta el vino y la joda
Y lo tomo sin soda, porque así pega más, pega más, pega más
Soy cordobés, y me gustan los bailes
Y me siento en el aire, si tengo que cantar.

Y estábamos mateando esa tarde, como tantas otras. El mate iba y venía, mientras me contaba cómo le estaba yendo en la facultad. Una hora después y me encontraba poniéndome mi equipo deportivo, para dirigirme al club; sin antes pasar a buscar a Cande, claro. Saludé a mí hermano, tomé mis llaves y salí. Después de casi tres meses sin ir a clases – porque la profesora se había ido a un congreso en el exterior – hoy retomábamos, y con más ganas que nunca. La casa de Cande quedaba camino al club, un par de cuadras y ya estaba en lo de la flaca. Toqué timbre y mi amiga salió, juntas continuamos el camino. Otro par de frías cuadras, y ya estábamos en la institución, nada mejor que una clase de Gimnasia Aeróbica, para entrar en calor. Llegamos y estaba Rocío, Rochi, en la puerta esperándonos.

Rocío ¿Qué decir de ella más que cosas buenas? La persona más sencilla que he conocido en mí vida, amiga de pocos años, pero siento que la conozco de toda la vida. Ella vivía en Bahía Blanca, pero por cuestiones de trabajo de sus padres, hacia ya tres años que compartíamos esta ciudad. Siempre está ahí para alegrarte el día con una sonrisa. Cursó con nosotras la última parte del secundario, y comenzó la carrera de Protocolo y Ceremonial; carrera hecha para ella sí las hay. Rubia de pelo largo, enamorada platónicamente de Pablo; pero al ser él un pirata con titulo sumado a su fobia por el compromiso, ‘no se ve con ella’; según me dijo.

La saludamos y entramos. Ya caminábamos por ese pasillo al descubierto, comentando como nos estaba yendo en la facultad. Ingresamos al salón donde bailábamos desde hacía dos años y monedas. Elongación, entrada en calor, y al ritmo de Pump It de Black Eyed Peas ya estábamos moviéndonos como lo hacía nuestra profesora. Una hora y media más tarde, y la clase dio por finalizada. Como siempre las tres nos fuimos a el vestuario junto con otras compañeras más; la verdad que era un lindo grupo. Unos minutos más y ya estábamos de camino a la casa de la más flaca. Rochi por su parte saludó y se fue en dirección contraria. Yo continué hacia mi casa.

A veces nos da miedo avanzar, dejar que la vida fluya a su propio ritmo. Dejar que el destino tome su camino, que nos sorprenda. Queremos tener toda la vida organizada, y cualquier piedrita en el zapato, nos mueve la estantería. Queremos saber todo, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿porque? Saber lo que el otro está pensando, saber que siente. Queremos adelantarnos al futuro, para ser los primeros, pero no nos damos cuenta que somos los últimos en vivir el momento, el presente. Porque la vida es hoy, ahora.

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