martes, 21 de diciembre de 2010

Capítulo 5: Los borrachos siempre dicen la verdad

Y así pasó la fiesta; entre amigos, música y alguna que otra mirada por parte de Peter, y obvio que yo no me quedé atrás. La pase tan bien. Vico se quedo a dormir en lo de Agus, y nosotras con las chicas fuimos para casa, no sin antes ayudar a acomodar todo en la casa del cachetón. Y ahí estábamos las cuatro – Candela, Eugenia, Rocío y yo- con ropa más cómoda, sentadas de el piso mateando esa madrugada/mañana como tantas otras. Los comentarios de la fiesta: el típico pedo depresivo que se agarra alguno, las amigas de Agustín –típico comentario de mujeres- , los amigos de mi hermano, y lo que más nos sorprendió lo que contó Rochi.

Cuenta Rochi

Estábamos bailando con las chicas, cuando mi celular comenzó a sonar (léase: estaba en vibrador a causa de la música alta) Leí en la pantalla y decía que tenía un mensaje nuevo de Pablo. Sí de Pablo.

Mensaje de Pablo: No se si te lo había dicho, pero estas muy linda hoy.

Mensaje de Rochi: No, no me lo dijiste, pero gracias.

Mensaje de Pablo: Antes de que termine la fiesta tengo que hablar con vos. ¿Podés venir?

Mensaje de Rochi: ¿Qué me querés decir?

Mensaje de Pablo: No te lo puedo decir por mensaje. Estoy en la cocina, ¿venis?

Mensaje de Rochi: Bueno, ahora voy.

Desde que empecé el secundario acá, en esta nueva ciudad, con las chicas; ahí desde ese primer momento siento cosas por Pablo. No diría que fue amor a primera vista, porque no creo en esas cosas; pero esa mirada tan dulce que tiene, esos ojos tan lindos; hicieron que me fijara en él. Desde el principio me di cuenta que es un chico muy dado con las mujeres, por no decir un pirata. Pero ¿saben? No me importó nada, y así y todo me enamore de él. Si ya sé que están pensado que me gusta sufrir, que me busque otro y todo eso; pero no sé, hay algo dentro mío que me dice que es él, algo que hace por más mocos que se mande, me siga fijando en él. Las chicas me pre avisaron que era así, y así son las incontadas paredes que me llevé puestas, pensando en él. Pero paren, tampoco ando por la vida estando en la luna por que el flaco no me da bola, no. Me gusta y está todo bien, pero yo hago la mía y que el haga la de él con quien quiera; no voy a negar que no me molesta cuando lo veo con otras, pero si él eligió eso; haya él. En ese sentido, tengo los pies sobre la tierra, y no me dejo “pisotear” por nadie.

El pibe sabe que me gusta, y si no se dio cuenta es bastante gil, pero bueno; cuestión que Pablo me llamó y fui a ver que quería. Entré a la cocina y había un par de amigos de Agustín, pero de Poli –siempre lo llamamos así- ni rastro. “El gato este me está tomando el pelo”, pensé. De repente sentí que una mano rodeaba mi cintura, “Sabía que ibas a venir” me dijo al oído, y una sonrisa se dibujó en mi cara; y pude darme cuenta que, si en ese preciso instante soplaba la boquilla del test de alcoholemia, sin dudas le secuestrarían el auto. En fin, todas mis ilusiones se fueron por la misma puerta por la que entraron. Pero las chicas me dicen que “siempre hay que aprovechar los pequeños momentos”, y aproveché. “A ver hasta dónde llega”, pensé. Y no se crean que me mando el típico verso de “no sé porque esperé tanto tiempo” o “como no me dí cuenta antes”, y todas esas giladas, no. La verdad que estuvo bastante concreto, pero todo lo que haya dicho “hay que tomarlo con pinzas”, viendo en el estado en el que se encontraba. La cosa es que indirecta va, indirecta viene; me chapó o chapamos como quieran ponerle. Un par de besos para cortar, porque se estaba poniendo bastante empalagoso, y me dice “Que lástima que la fiesta ya esté por terminar. Me gustas mucho Rocío”; listo si ya me tenía muerta, me terminó de matar. Como dije antes, no me hago muchas ilusiones de que pase algo más; andá a saber si mañana se acuerda. Pero bueno como dicen las abuelas “niños y los borrachos siempre dicen la verdad”.

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