sábado, 2 de abril de 2011

Capitulo 069: Diecinueve I

Pasadas las doce del viernes, empezaron a llegar mensajes por mi cumpleaños. ¿El primero? Fue Peter. Respondí algunos, con un ojo abierto y el otro no, estaba en el quinto sueño. A eso de las diez de la mañana, mi hermano fue el encargado de despertarme. No con un feliz cumpleaños, ni con el desayuno servido, si no a los almohadonasos. Ya era costumbre en él, hacerme recibir los años, con algún que otro almohadón volando por los aires –por supuesto que después de un ‘Feliz cumpleaños enana’, tuve que levantarme y cobrarme el enana-. Ya en la cocina, higienizada, y en pijama era mi mamá la encargada de saludarme. Nunca falta la frases ‘Que grande que estas’, ‘Sos una mujer’, y todas esas cosas que dicen las mamás, cuando cumplís años. Infaltables las medialunas dulces, que religiosamente comprar mi madre, para tomar el desayuno. Lo sé soy muy malcriada, pero está bueno que te mimen un poquito y más si es tu cumpleaños.

Para el almuerzo mi comida preferida, estaba servida en los platos. Milanesas con puré de papas, fueron a parar a los estómagos de mi mamá, de mi hermano, y mío, por supuesto. Las chicas –Euge y Rochi-, prometieron venir después de comer y así cumplieron. Y como si la visita fuera poco, una torta helada –que a estas alturas de Octubre, sienta muy bien-, fue el mejor regalo que podrían haber elegido. Para cuando habíamos terminado, cayó Candela. Y la flaquita ni lerda, ni perezosa; atacó el postre que habían traído las rubias, por lo que para que no coma sola; la acompañamos con otra vuelta.

Si hablamos de regalos, mamá fue la primera. El último CD de Beyoncé, después de romper el envoltorio, -vieron que dicen que si rompes trae suerte- fue directamente a parar al equipo de música. Mi hermano, fue el que más me sorprendió; un vestido primaveral divino, fue lo que había dentro de la bolsa. Lo más loco es que ese vestido lo había visto antes, y tenía pensado comprármelo. No sé si alguien le contó, o algo pasa, porque no lo veo a Victorio entrando a un local de ropa femenina, y llevándose un vestido con flores. Anda en algo, no sé, lo presiento. Llámenlo intuición, si quieren. Las rubias se portaron con la torta helada, pero aun así, un lindo llavero fue a acompañar a mis llaves –valga la redundancia-. Y la delgada, siempre regalada ropa. Sea cumpleaños, navidad, año nuevo, reyes –bueh tanto no, es una forma de decir-, asique una linda remera estampada, pasó a formar parte de mi placard. No sin antes un ‘Algún día me la vas a prestar, morci’; que esbozó la escuálida, refiriéndose a la remera que ella misma había comprado.

Para la hora del mate, mi novio junto a mi cuñado y Agustín se hicieron presentes.

-Hola hermosa. Feliz cumpleaños – y dulcemente, el de ojos verdes besaba mis labios –
-Bueno, bueno largando –interrumpió el cachetón, y lo corrió a un lado – Feliz cumple, petisa – y besó mi mejilla, seguida de un abrazo
-Bueno, bueno largando – y era mi chico el que imitaba a mi amigo, mientras lo corría con el brazo
-Feliz cumple, La – y mi cuñado no podía faltar. En este ultimo tempo, habíamos pegado muy buena onda.
-Pasen chicos, están en el fondo – le dije al rubio y al cachetón, refiriéndome a las chicas, y a mi hermano. Quería quedarme a solas con el rapado, no tan rapado –
-Claro, estorbamos ¿no?- y Agustín que se hacia el ofendido
-Ay el cachetudo se puso celoso – y acto seguido, le apretujé los cachetes con mis manos – Dale vayan, ahora vamos- Y se perdieron por la cocina. Giré sobre mi eje, y ahí estaba paradito con una sonrisa que le iluminaba la cara. No lo dudé, y me prendí de él, como un koala.

-¿Cómo está la cumpleañera más linda?- preguntó después de darnos un buen beso-
-Muy Bien- sonreí -
-Ya sé, no te trae regalo – dijo después de que apoyara mi pies nuevamente, en el piso – Por eso me miras así
-¿Así como?- interrogué
-Así, como ¿enojada? – y pícaramente me robo un beso
-Nada que ver ¿Qué decís?- y enlacé mis brazos en su cuello – Enamorada, sí – afirmé, y ahora yo le robaba un pico – No hace falta un regalo Pitt, con vos me conformo –
-Yo también me conformo conmigo – agrandado a la ene – Digo que yo también me conformo con vos – y ambos sonreímos – Igual tengo un regalo. Pero es sorpresa
-¿Y qué es?-
-¿Qué parte de sorpresa no entiende Esposito?- y si de ansiosa se trataba, yo soy la primera en la lista
-Sabes que me dan mucha intriga las sorpresas – y un puchero se dibujaba en mi rostro –
-No me hagas puchero, porque no dependo de mi ¿eh?- y exageré mi labio inferior- Te lo advertí – dijo sobre actuando, y nuevamente un beso nos unía. Los diecinueve llegaban plagados de amor.

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